Tintos

Los vinos tintos.
En los tintos, también vamos a distinguir tres gamas principales de color. Cuando un vino tiene tonos violáceos, rubíes o azulados, nos encontramos ante un vino joven, de corta o media crianza. Si además, el color mantiene esa tonalidad en la parte central de la copa, al inclinarla, nos encontraremos ante un vino reciente.
Un factor muy importante en el color, es la intensidad, que en los tintos se denomina "capa". Podemos apreciarla fácilmente inclinando ligeramente la copa de vino sobre un periódico. Si vemos las letras a través del vino, su intensidad de color será baja o de capa baja. Si las vemos con dificultad, será de capa media, y si no podemos distinguir nada, la intensidad del color será alta, o de capa alta.
Los siguientes tonos de un vino tinto, serían los rojos granate, grosella o picota, que dependiendo de la viticultura, de la zona vinícola y de las prácticas vinícolas utilizadas, corresponderán a períodos de crianza cortos y medios. 
Los tonos teja, anaranjados u ocre, apareciendo como matices del rojo, nos sitúan ante dos posibilidades: si el color es vivo y no se aprecian defectos en la fase olfativa y gustativa de la cata, o bien no encontramos variaciones de color al acostar la copa entre el corazón -donde podemos apreciar la mayor cantidad de vino al inclinar la copa para ver el color- y el menisco -la parte más fina y más lejana de nuestra mano, que podemos ver al inclinar la copa para apreciar el color- probablemente estemos ante un vino de larga crianza (Reserva o Gran Reserva). Si, por el contrario, existe variación y evolución en el color, es que el vino está oxidado.

Otro factor importante en la fase visual, es la densidad. Para poder observarlo, nos fijaremos en la denominada "lágrima" o "piernas", que se deslizan por la superficie del cristal de la copa tras ser agitada. Una lágrima densa, nos está hablando de un vino con un alto contenido en alcohol. Éste es, no obstante, un dato en el que existe cierta controversia, pues según muchos expertos, existen diversos factores, como la temperatura de servicio, que pueden interferir en el aspecto de la lágrima.
Por último en cuanto a la gama de colores, podemos encontrarnos ante vinos con unos tonos ambarinos o los yodados, hasta llegar a los marrones o incluso negros, que son vinos que proceden principalmente de largas crianzas oxidativas, o bien vinos elaborados a partir de uvas pasificadas.
Cabe tener en cuenta cierta controversia: En un blanco, la palidez indica que estamos ante un vino muy joven que no ha tardado mucho en ser embotellado, es decir, que no ha recibido crianza en madera. Un blanco pálido se mostrará en boca fresco, joven y equilibrado. Si un vino blanco, por el contrario, se somete a un período de crianza en barrica, su color se tornará más oscuro.
En cambio, en un tinto, la poca intensidad cromática puede ser una señal de que procede de un clima frío. Los tonos más profundos suelen ser indicativo de que el vino ha sido elaborado en una región de clima cálido. Algunas uvas, como la Pinot Noir, producen de por sí vinos de un color menos intenso, mientras que otras uvas van a dar un tono distinto dependiendo de en qué clima hayan crecido. No obstante, a diferencia de lo que sucede con los blancos, un tinto con una gran profundidad de color, nos puede estar indicando que se trata, simplemente, de un vino joven.